Hoy, 11 de mayo de 2019, publico este artículo porque cumplo 50 años y lo aprovecharé para daros algunos consejos.
La estadística dice que probablemente ya tenga más pasado que futuro, pero se queda a medias: sólo hace referencia a la probable cantidad de vida que me resta y no dice nada de su calidad, y sólo es un valor medio.
No podemos sobrepasar un tiempo máximo de vida material, pero cuánto nos acerquemos a ese máximo dependerá de la calidad de nuestros genes y, sobre todo, de nuestro comportamiento.
Con toda seguridad intervienen otros factores que desconocemos y que no podemos controlar, pero la mayoría de los que sí conocemos dependen casi por completo de nuestro conocimiento y voluntad: alimentación, ejercicio físico, estrés, respeto a los ritmos circadianos, exposición a toxinas, satisfacción con las relaciones personales, con nosotros mismos y con nuestro trabajo. Una mezcla de acciones que afectan al cuerpo y a la mente.
Cada presente es la bisagra entre un pasado cada vez mayor y un futuro cada vez menor. Una vida que merezca la pena ser vivida es aquella en la que el futuro consigue ser MEJOR pese a ser MENOR, y donde los aciertos y errores del pasado han contribuido a construirlo. Donde el pasado se revela PEOR pese a ser MAYOR.
Nos pasamos buena parte de la vida cometiendo errores y aprendiendo de ellos. Lo que deseamos, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos nos van construyendo como en un juego perpetuo de ensayo y error.
Todo adulto es un filósofo intuitivo que ha decantado ciertas reglas de vida que por fin parecen funcionar para ayudarle a él, pero también a la sociedad a la que pertenece. Eso es, a fin de cuentas, la sabiduría: una mezcla de conocimientos, habilidades y comportamientos que nos permiten lidiar de forma óptima con el mundo haciéndolo, de paso, mejor para los demás.
Los ancianos que no han logrado aprender de la vida que han vivido son quienes muestran mayor miedo a la muerte. La utilidad de todo lo que hemos sido se condensa en ayudarnos a morir bien, en aceptar nuestra finitud. Pero para eso uno ha tenido que reflexionar por el camino, de forma analítica, intuitiva o de ambas, para construir una explicación a este viaje de la vida que tantas perplejidades nos despierta. Porque para morir bien hay que haber vivido bien, entendiendo ese “bien” como haber sido capaz de obtener enseñanzas y porqués.
El sentido de la vida radica, tal vez, en el camino y en la CALIDAD con el que lo construimos. Calidad de lo que aprendemos, del amor que sentimos y de las personas con las que decidimos rodearnos. Madurar tal vez consista en comprender al fin lo que importa y lo que no, eliminar lo que sobra, despojarnos de lo intrascendente, comprender la futilidad de casi todo y la enorme importancia de unas pocas cosas, experiencias, conocimientos, ideas y personas.
Viktor Frankl lo decía en “El hombre en busca de sentido”: no hay forma de vivir bien si no le asignamos un sentido a la vida, si no tenemos aunque sea una mínima visión del futuro que queremos y que éste dependa de nosotros, obligándonos a seguir vivos hasta conseguirlo.
Y, al hacerlo, el mundo cambia, aunque sea mínimamente, transformado por nuestros esfuerzos en lograr lo que queremos. Estar vivo es, por tanto, luchar por conseguir lo que nos otorga sentido.
La mente y la materia son diferentes nombres para una misma realidad. Los cónyuges ancianos que mueren tan sólo unos días después de perder a su pareja de toda la vida confirman esa idea. Los efectos placebo y nocebo son el elefante en la habitación del que pocos hablan para no menear el avispero: el de que lo que pensamos y sentimos altera la realidad material.
Seguir vivos es, por tanto, una cuestión que dependerá también de la voluntad. Y no hay mejor forma de nutrir la voluntad que intentar alcanzar lo que nos da sentido, en un viaje perpetuo de mejora y perfeccionamiento.
Por eso debemos comprender que seremos lo que queramos ser, pero sin caer nunca en las banalidades de la “psicología positiva” y sus memeces del “si quieres puedes”, “todo depende de la voluntad”, “no te rindas nunca”…
– No, no siempre podrás aunque quieras y aunque te dejes la piel (aunque sin dejarte la piel no podrás conseguir lo que quieres).
– No, no todo depende de tu voluntad (aunque sin voluntad toda batalla estará perdida de antemano).
– No, a veces debes saber cuándo rendirte o te hundirás con el barco que pilotas (aunque si te rindes fácilmente nunca conseguirás ninguna meta difícil en la vida).
Ante la estupidez de la filosofía positiva, estoicismo:
– No te enfoques en aquello que no depende de ti sino en lo que puedes hacer para caminar hacia lo que te da sentido y hazlo sin excusas y sin quejas. Y no te desesperes si no lo consigues.
– Toda victoria es gozosa pero pasajera, toda derrota es amarga pero otorga un valioso aprendizaje.
– Comprende el peligro de ganar y la oportunidad de perder: busca ganar pero no te fíes de los sentimientos que te provoca; evita perder, pero aprovecha los sentimientos que te provoca.
Si la vida es proceso y la búsqueda de sentido es una visión del futuro que deseo, la felicidad radica en el camino, en el devenir. No hay meta que no produzca otra posterior, no puede haber estatismo ni detención o la vida acabará.
Por eso luchar, aprender y mejorar son los verbos que prefiero utilizar constantemente, evocando un perpetuo movimiento, perfeccionamiento y evolución y NUNCA debo dejar de preferirlos.
Espero que vosotras entendáis por qué y vuestra vida se base también en ello, porque esos verbos os darán sentido, que es tanto como decir que os darán vida.
Cuando me encuentro con alguien que se resigna y usa frases como “ahora ya, ¿Para qué?” o “Es que ya a mi edad…”, siento un cierto desprecio, porque no entienden que están a un paso de no necesitar vivir.
Paradójicamente, son los mismos que muestran un mayor terror a la muerte, aunque no deberían tener miedo de abandonar una vida que, al parecer, ya no merece ser vivida.
Somos un cuerpo y una mente y NO DEBEMOS ceder a la tentación de creer que ya es tarde para mejorar en ningún aspecto vital. Debemos, eso sí, marcarnos objetivos razonables y no ilusorios.
Todas las enormes metas que me marqué cuando era joven han sido atemperadas por la realidad y el tiempo, han sido modificadas y reconducidas, pero no borradas, o no del todo. El tiempo me ha hecho comprender la necedad e ignorancia de muchos de los métodos que utilicé para conseguir alcanzarlas, pero casi nunca es posible saber lo que no funciona sin antes fracasar al emplearlo y así COMPRENDER de verdad, más allá de lo meramente intelectual.
Sigo queriendo más o menos lo mismo pero, paradójicamente, tal vez nunca haya estado tan cerca de conseguirlo como ahora, cuando se supone que me queda menos tiempo, frescura y recursos para lograrlo.
Sí, tengo menos tiempo, pero el que me queda es mejor. Sí, parto de un buen puñado de errores, pero son los que me han permitido cargarme de energía potencial. Sí, mi vida tiene menos “cantidad”, pero mucha más “calidad”, y esa es la enseñanza que espero se os marque de forma indeleble.
Y lo que consiga será debido a que he usado el tiempo pasado para saber cómo comprar tiempo futuro. No hubiera podido dedicarme a ciertas cosas en el pasado, pero sí puedo ahora y podré aún más en el futuro. Me queda menos tiempo, pero tendré MEJOR tiempo y podré usarlo de forma más consciente y útil.
Usarse a uno mismo como ejemplo positivo es sin duda pretencioso, y está claro que intento impresionaros, pero sabéis que lo que diré a continuación es cierto:
1. Blog y libro:
Estoy consiguiendo fabricar mi puesto de trabajo, siendo mi jefe, haciendo algo que me gusta y ganándome muy bien la vida, sin deudas de ninguna clase (económicas ni personales) y haciendo algo que ayude a miles de personas.
Para lograrlo he usado:
– La visión compleja y completa del mundo que me han otorgado el conocimiento de la biología y fisiología del cáncer y los entresijos mundanos de la ciencia.
Comprender una materia tan compleja y los intereses materiales que se tejen alrededor de ella me ha despojado de vendas profundas. La extrapolación de ese conocimiento a otras muchas cuestiones ha sido de gran ayuda.
– La voluntad y perseverancia que me otorgó la carrera de ingeniería.
– La sabiduría de haber regentado una empresa innovadora durante 5 años, que me permitió entender que los gastos fijos son el demonio; que los malos socios son veneno y los malos amigos aún más; que el trato con empleados, socios, clientes, proveedores e inversores otorga un valioso aprendizaje acerca de la naturaleza humana.
– El conocimiento de la importancia del marketing y de la analítica para hacer de mi blog un negocio honrado basado en el ganar-ganar: gano económicamente menos de lo que ayudo a los enfermos, y aun así podré ganar suficiente para vivir con libertad e independencia (mi principal meta), sin ataduras ni jefes.
– La enseñanza que la enfermedad y la muerte de Miriam, mi mujer, vuestra madre, me grabó para siempre con su impronta trágica.
Es decir, sólo AHORA podría obtener eso que llaman éxito, puesto que he necesitado acumular todos esos conocimientos, habilidades, fracasos, errores, triunfos parciales, reflexiones y experiencias y ahora puedo desencadenarlos y usarlos.
Aquí mi ambición es máxima, porque TODO lo que soy y he sido confluye y conspira para ello: cuando termine el libro sé que será el mejor que haya existido nunca acerca del cáncer, en todo el mundo, en cualquier idioma, y sé que ayudará a la gente a vivir más y mejor y quién sabe si tal vez a encontrar una solución.
Disfrutaré de ser mi jefe, no volver a tener preocupaciones económicas para mí ni para vosotras el resto de vuestra vida y dedicar parte de mi tiempo a otros temas con la conciencia tranquila de quien gana mientras hace ganar aún más a los demás.
2. Ejercicio: cuerpo y mente
Nunca había sido tan fuerte como ahora. Levanto más peso y consigo ejecutar ejercicios que hace 20 años no podía levantar ni ejecutar. Durante un tiempo, hace unos 10 años, fui algo más grande que ahora, pero NO más fuerte: el ser debe prevalecer frente al parecer.
No pretendo levantar 300 Kg en peso muerto, pero sí que mi salud sea buena el máximo tiempo posible y mantener cierto atractivo físico.
El conocimiento que me ha aportado el estudio del cáncer me permite no sólo saber cómo ejercitarme sino cómo alimentarme en cada estación, como ayunar, usar la luz adecuada, aprovechar los ciclos de luz y oscuridad, dormir bien, meditar y controlar el estrés.
Haré que mi cuerpo y mi mente duren en buen estado el máximo tiempo posible, e incluso los mejoraré.
3. Batería
He vuelto a practicar con la batería y mi técnica ha mejorado considerablemente en poco tiempo. He perdido el contacto con la gente con la que tocaba, así que de momento toco yo solo, pero con tiempo espero encontrar un local y a músicos (aficionados o no), con los que ensayar y divertirnos.
Jamás seré John Bonham, claro está, pero no es ese mi objetivo, sino ser un músico competente que aporte creatividad y elegancia con el instrumento, aunque sea a un nivel local. Sí, he usado la palabra “elegancia” asociada a “batería”.
No podré tocar el solo que se marcó Bonzo en directo al interpretar “Moby Dick”, pero sí podré tocar dignamente “Fool in the rain”, “Immigrant song”, o “Whole lotta love” (a lo mejor incluso “Good times, bad times”, bastante más difícil) y disfrutando el simple placer de tocar.
4. Caricaturas
Volveré a coger los pinceles y la tableta y me enfocaré en las caricaturas. No me dispersaré pintando o ilustrando en general y me concentraré en una actividad poco reconocida pero que alcanza una de las mayores cotas intelectuales.
El arte contemporáneo me parece cada vez más una tomadura de pelo, pero el arte figurativo no puede competir con la fotografía, los filtros de Instagram y las técnicas digitales.
La caricatura consigue lo que otras técnicas no pueden: aúna la distorsión artística y subjetiva que sólo un humano puede lograr, con el anclaje en la realidad y la objetividad del parecido. Se necesita para ello, por tanto, combinar capacidad analítica y creatividad; capacidad de síntesis y conceptual. Es arte subjetivo que no se desliga del todo de la realidad objetiva.
La mayoría cree que un caricaturista es un payaso con un lápiz, que dibuja grandes bocas, grandes tetas y gente sonriendo, y pocos comprenden el intenso trabajo intelectual que requiere: la concienzuda labor previa de deconstrucción de un rostro Y de una personalidad, seguida de un igualmente intenso ejercicio de síntesis, mientras a la vez se construye algo bello, objetivamente “artístico”, usando si es posible una voz individual, reconocible y única.
Caricaturistas como Phillip Burke, Loredano o María Picassó i Piquer son a la vez impecables intelectuales y elegantes artistas, no vendedores de trazos.
Aquí mi ambición es mayor que con la batería, pero no tanta como la que deposito en el libro de Cáncer Integral.
Quiero, en primer lugar, encontrar un estilo aún más propio, único y reconocible. Eso por sí sólo ya sería magnífico.
En segundo lugar, quiero volver a publicar de nuevo, algún día. Y si no lo consigo, pues no lo consigo.
5. ¿Escribir?
Tal vez este blog y poco más. Con el de Cáncer Integral habré cumplido el deseo de no morir sin escribir un libro, pero la literatura es un terreno demasiado transitado y lleno de banalidad.
Además, hace años que perdí el gusto por la lectura de obras de ficción, que cada vez leo menos, sean prosa o poesía. Cada vez leo más ensayo y se cumple así una cita que encontré hace tiempo: “a los 40 pierdes el gusto por las novelas”. Tal vez cuente alguna historia algún día, pero será de forma personal: a vosotras o a quienes quieran leerla.
***
En realidad estoy a tiempo de cumplir casi todos mis sueños, y si no logro materializar alguno de ellos será porque no soy lo suficientemente bueno en mi desempeño, no por no haberme esforzado en mejorar, aprender y crear. Obtendré entonces lo que merezco, no lo que ni siquiera he intentado. Y eso también será un logro, el de conocer mis límites: si la realidad tiene que ponerme en mi sitio, que me pille haciendo.
Recordad que (casi) nunca es tarde; que abandonar está permitido, pero sólo tras arduo combate; que sois más de lo que os querrán hacer creer.
No hagáis caso a dos tipos de personas extremas:
– Primero, a los que intentan haceros creer que las cosas son imposibles “porque siempre se han hecho así”. A los débiles profesionales que no comprenden la fortaleza individual que mueve el mundo. A quienes quieren que abandonéis lo que queréis hacer, por ser supuestamente imposible.
– Segundo, a los cenizos sin sentido del humor enamorados del deber y la obligación: quered lo que amáis y amad lo que queréis, enamoraos de lo que hacéis, divertíos con lo que intentáis, disfrutad de la vida mientras lucháis por entenderla.
Amad la dificultad que se os ponga por delante intentando frenaros y la dificultad se transformará en una amiga y maestra que os dará alas.
Vuestro padre, que os quiere.